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lunes, 3 de febrero de 2014

Psoas y Piramidal; Enemigos del Deportista


Psoas y  Piramidal; Enemigos del Deportista


Mi experiencia en el deporte, tanto compitiendo como entrenando a deportistas, me ha ensañado que hay algunos músculos que pueden ser especialmente latosos. Parece mentira como un correcto cuidado muscular pueden hacernos la vida más fácil, y no solo a los deportistas. A raíz de mi grave lesión, me ido dando cuenta que tanto estirar como cuidar a ciertos músculos es esencial para no sufrir lesiones. Y quede claro que todo lo que voy a comentar es desde el punto de vista de un simple entrenador personal y no un fisioterapeuta.

Desde mi punto de vista, los principales son el piramidal y el psoas. En el primer caso es un musculo pequeño y el segundo es un músculo largo que salta del fémur a la espalda lumbar. El primero es causante de algunas (yo diría que la mayoría) de las conocidas como “ciáticas” y el segundo provoca algunos de los dolores de la zona lumbar, de los aductores y del recto del abdomen.

Los desequilibrios musculares que provocan este tipo de problemas tienen su origen en la falta de tono muscular provocado (normalmente) por el sedentarismo o por estrés muscular causado por movimientos repetitivos (por ejemplo el entrenamiento).

Será por edad, será por “deformación profesional”, veo muchos casos a mí alrededor de gente que ve limitada su calidad de vida por estos “elementos” musculares. Y veo como muchas veces el tratamiento que se sigue tiene que ver con analgésicos o antiinflamatorios o diversas técnicas fisioterapéuticas (o ambos) que no atacan el núcleo del problema.

Cuando ambos músculos se quedan “recortados”, se contracturan o tiene un exceso de tono, generan tensiones musculares que repercuten en lo que les rodea.

En el caso del piramidal, su recorrido, pegado al nervio ciático, que a su vez va pegadito al hueso, hace que cuando se contractura empuje al nervio contra el hueso, provocando que este mande señales nerviosas inadecuadas en forma de dolor o quemazón que termina irradiando más o menos (hormigueo en la nalga o quemazón incluso hasta el pie). La temible ciática…

En el caso del psoas su recorrido desde sus inserciones en las vértebras lumbares hasta el fémur, hace que al “acortarse” provoque una mayor curvatura lumbar, lo que acrecenta la tensión en la zona y con ello posiblemente aparezcan los dolores.

Cierto es que son muchas los motivos que pueden generar dolores similares a los que se describen aquí, pero la manera más sencilla de atajarlos tiene que ver con el cuidado muscular (y si eso no funciona habrá que asociar a dicho cuidado diversas fórmulas fisioterapéuticas, analgésicos, antiinflamatorios o los tratamientos que se consideren oportunos). Pero por favor, empecemos por lo fácil.

Lo primero y más importante es estirar ese músculo, que vuelva a su elongación natural. Con eso es posible que el psoas deje de dar guerra y el piramidal… ese suele estar más contracturado y por lo tanto es posible que además necesite un masaje que consiga reducir su tono para que deje de aprisionar al “pobre” nervio ciático. Por lo tanto masaje y estiramientos, fundamentales. Pero los estiramientos deben tener un componente excéntrico (eso lo dejamos para otro día). Los estiramientos pasivos tradicionales solo afectan a la parte no contráctil del musculo, y la que nos importa es la otra.

Para completar el proceso, es necesario realizar un trabajo muscular compensatorio.
En el caso del psoas, de manera muy clara, trabajo abdominal, para que nos ayude a reducir la curvatura (lordosis) lumbar. Si el psoas ya no “tira” de la misma manera y los músculos abdominales tienen más tono, es muy posible que reduzcamos de manera significativa nuestro dolor lumbar.

En el deporte "ambos dos" musculos hacen de las suyas y en este caso, lógicamente, no es por sedentarismo, sino por una falta de cuidado muscular y desequilibrio en el trabajo de la fuerza (lo que en este blog hemos llamado trabajo complementario).
Por eso desde aquí, y arropado por mi experiencia en este tipo de lesiones, os recomiendo que siempre estiréis, que realicéis trabajo complementario y que a la mínima que notéis síntomas, os acerquéis al fisioterapeuta, que un buen cuidado del musculo es esencial.
Y sobre todo, no os debéis preocupar por perder forma física por parar de entrenar un mes, dos meses o incluso más, porque cuando regreséis al deporte regresareis con más ganas y mejor y en breve tiempo recuperareis de nuevo la forma física.

Bueno queridos lectores, como ya es habitual en mi os digo… ¡NOS VEMOS POR LOS CAMINOS! 

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